(Zoom sobre un portal cualquiera de Villaverde) un hombre
de mediana edad (que no os pienso decir) observa el lluvioso cielo alumbrado
por la luz de la una farola. Mira y piensa: “Ahora me voy al tren y además de
mojarme me pongo de barro hasta las cejas. Mejor cojo el 86 y me ahorro
tanta incomodidad”.
Dicho y hecho, anda doscientos metros hasta alcanzar el
parapeto de la marquesina del autobús.
Una mujer mayor y una chavalilla le miran mientras cierra el
paraguas. Muy ufano, nuestro maduro galán envía un SMS para saber el tiempo que
le falta al 86 para llegar, y de paso, vacilar un rato a las chicas con sus
conocimientos del funcionamiento de los servicios que la EMT madrileña presta a
sus usuarios (previo pago de su importe, por supuesto).
Llega el esperado SMS de respuesta de la EMT. ¡¡No lo puede
creer!! ¡¡¡Próxima llegada 25 minutos!!!. ¡¡¡Siguiente 35!!!
(Imagen Congelada) En un rictus de rabia nuestro héroe se
vuelve hacía sus compañeras de marquesita y las espeta: “el 86 va a tardar 25
minutos en llegar”. La señora mayor, más mayor que él, le comunica que ella
espera que escampe. Que va al Centro de Salud y le ha pillado el chubasco. La
joven solo dice “puta mierda” y se va como alma que lleva el diablo y nuestro
hombre de mediana edad, resignado, abre de nuevo el paraguas, se remanga los
bajos del pantalón y se pone en marcha camino del barro que le lleve en 5
minutos a la estación de tren de Puente Alcocer.
Esto que os cuento ha sido así, o casi, hasta ahora, hoy nos
ha dado el Ayuntamiento de Madrid la buena nueva de que va a quitar un autobús
de las líneas 59 y 86 (de alguna más, pero estas son las que me afectan como
vecino de Villaverde) por falta de demanda.
¿Qué mierda de falta de demanda?. Lo que hay es un exceso de
morro de los responsables municipales y una falta de vergüenza de aquí a
Gibraltar por dar un servicio paupérrimo a un precio desorbitado y encima
decir que hay “falta de demanda”.
Cómo querrán que la gente coja el autobús si tarda una
eternidad, y con los nuevos cambios más.
(Trávelin sobre la acera) Un hombre de mediana edad se
vuelve hacía la parada del autobús con la mano derecha abrazada al antebrazo
izquierdo, flexionado este y el dedo corazón erguido. Una gota de
lluvia golpea contra el cristal de sus gafas mientras grita una frase que empieza
en “tus” y acaba en “muertos”.
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