jueves, 14 de mayo de 2015

NO TIENE GRACIA



Cuando en  alguna ocasión alguien me pregunta ¿Qué no debería hacer nunca un político en campaña electoral? Siempre contesto.” Darse un paseo en bicicleta por un parque.”
Y lo dice un enamorado de la bici, que la usa casi todos los días para ir a trabajar.
En primer lugar, no debería hacerlo porque los problemas de las bicicletas no están en los parques, sino en el Paseo de las Delicias, en la Calle de Alcalá o en la Glorieta de Atocha (legalmente llamada de Carlos V) o en los metros, y autobuses de la ciudad que no te dejan llevarla.
En segundo lugar, porque si nunca usas la bici para nada, no te hagas una foto con algo en lo que te encuentras como elefante en cacharrería. Seguro que saldrás mal.
En tercer lugar, porque si lo que quieres es hablar de lo buena que es la bici y de lo bien que le vendría a tu ciudad que los ciudadanos usaran más la bici, muestra un mapa con las acciones que vas a realizar (o has realizado si estás en el gobierno) y reúnete con los grupos de ciclistas urbanos, que haberlos haylos en tu ciudad, aunque tu no los conozcas, y firma con ellos compromisos concretos, de participación primero y de acción, segundo.
En cuarto lugar. Ponte el casco y el chaleco reflectante. Para dar ejemplo de que la seguridad debe ser lo primero que debe primar en el uso de la bicicleta en la ciudad.
La foto y video de la plana mayor del PP en Madrid ayer, reúne todos los reparos de quienes usamos la bicicleta, la amamos y nos sentimos enormemente avergonzados de que se nos utilice de forma tan estrambótica y chapucera. No digo más.
Hace cosa de dos meses, me paso algo parecido con Antonio Miguel Carmona. Me invitaron a que recorriera con él Madrid en bici. 
Al principio se me llevó el diablo. No puede ser. Otra vez la foto de un político con pinta de pardillo a punto de darse un galletón en la bici prestada de algún simpatizante.
Pero mira tú por donde, hubo foto, claro que sí, nos las hicimos los que le acompañábamos, pero sin prensa. Os dejo una muestra.

Hubo un paseo, desde luego, pero por un carril 30 de la Calle de Alcalá desde Manuel Becerra hasta la calle Ayala, vuelta por calle Alcántara hasta la Plaza de Dali y luego por el carril bici de la calle O’donell hasta el retiro. Cafetito en el estanque y última etapa hasta calle Lope de Vega pasando por Cibeles por Paseo del Prado.
Todo ello sin prensa y con un pelotón formado por ciclistas urbanos, algunos miembros de colectivos ciclistas y otros no y con un único objetivo, que Antonio Miguel Carmona supiera a pie de obra, lo difícil que es ser ciclista urbano en Madrid todos los días y no solo los fines de semana y fiestas de guardar.
Lo supo, y a punto estuvo de ser atropellado por un taxi.
Así si, así si puede un político montar en bicicleta y luego hablar de los problemas de los ciclistas urbanos con conocimiento, de primera mano, de los problemas de Madrid.
Lo de ayer fue eso, un esperpento, una burla a los que a diario usamos la bicicleta, porque nos gusta y porque nos gusta respetar el aire sano de nuestros vecinos y esperamos darle a nuestras hijas e hijos un futuro menos gris.
Por eso, porque es muy serio montar en bici en Madrid todos los días, no tiene ni puta gracia la pantomima de ayer. Que poco queda y que largo se nos hace, para que se vayan.