Cuando inicié este blog (que si, que lo reconozco, tengo
bastante abandonado últimamente), lo hice con una evidencia, llamarme “sandía”
no era una metáfora, era una toma de partido, una postura política y personal.
No soy ecologista por obligación (aunque tal y como va la
crisis ambiental, debería) o oportunismo, sino por CONVICCIÓN.
No soy de izquierdas porque de algo hay que ser, sino por
palabras como EQUIDAD, JUSTICIA, LIBERTAD, SOLIDARIDAD.
Y no soy sandía porque quede gracioso, sino porque creo que
no se puede ser de izquierdas hoy, sin entender que la CRISIS no es económica,
sino AMBIENTAL. Que no nos jugamos, solo, puestos de trabajo, clases medias o
el Estado del Bienestar. Nos jugamos el futuro de nuestra especie. Simple y
claro.
Y no se puede ser ECOLOGISTA sin entender que la pobreza
energética es antes que nada POBREZA. Y que la solidaridad ambiental es ante
todo solidaridad humana y que no sirve de nada prohibir las corridas de toros
si nuestro sistema educativo es mediocre, ideologizado y armado para que la
mayoría de nuestros hijos se queden en el camino o paguen sus títulos (los que puedan) en
universidades privadas.
Me decía hace años un responsable del Ayuntamiento de Madrid
de cuyo nombre no quiero acordarme (y no es un soterrado homenaje Cervantino,
que me acuerdo de su nombre, pero me lo guardo): “Yo quiero vivir bien y hacer
lo que me de la gana y si a mis hijos no les queda aire limpio, que se jodan”.
Eso es lo que nos jugamos. Que nuestros hijos y nietos, se
jodan.
Y en esto el 26 de junio volvemos a votar y ya tenía yo
ganas de que así fuera, que seguro que en esta nueva campaña todo cambia y los
problemas ambientales tomarán el centro del debate y ya no se hablará de
culpables, de gobiernos, de sillones o de estabilidades, sino de limitaciones
de emisiones de CO2 (incluidos planes de desarrollo para las comarcar mineras o
nucleares al margen del carbón y del uranio), por ejemplo.
Cambios legislativos
para frenar la alarmante pérdida de calidad del aire en nuestras ciudades. Se abordará la
imprescindible e inaplazable puesta en marcha de proyectos de Cooperación con
países, comunidades, localidades fuera de nuestro país con graves problemas de
agua, suelo y aire contaminados, originados, entre otras, por nuestras
transnacionales (me gusta este nombre más que el de Multinacionales, ya que con
esta última, pareciera que estas empresas son propiedad de varias naciones y
nada más lejos de la realidad, son propiedad de grupos económicos que utilizan
las naciones para aumentar sus beneficios. ¿Lo pillas?) y formulas para que
sean estas las que los paguen vía impuestos justos y tasas Tobin.
Hablaremos definitivamente de cómo impedir que suba la
temperatura del planeta 1.5 grados a final de siglo y no de si tal o cual
bandera es más o menos nuestra (¿alguna lo es de quien tiene problemas y nadie
se ocupa de ellos?).
Pero mucho me temo que no. Aún me duele el debate a cuatro
de la pasada campaña en el que me pasé las dos horas diciendo: “ahora, ahora
sacar el tema de la transición energética” y nada. “Ahora, ahora si hablar de la imperiosa
necesidad de mejorar la gestión de nuestros ríos para garantizar una
agricultura sostenible y una garantía de abastecimiento para todos/as”.
Silencio. “Ahora, venga ahora hablar de los miles de puestos de trabajo que se
podrán crear en una industria basada en energías renovables”. Silencio. “¿Por
qué no habláis de las posibilidades de crear miles de puestos de trabajo a
través de la conservación y mejora de nuestro patrimonio natural?. Ni por
asomo.
Pero si en la campaña nada, en los meses posteriores nada al
cubo. Todo han sido “líneas rojas” y ninguna verde, ninguna.
Alguna mención grandilocuente en los documentos transacionados (la de abordar
una transición energética que nadie definía y que mucho me temo terminarán
liderando, por negocio no por convicción, las cinco del Oligopolio eléctrico, ya veréis) y nada
más.
Y lo peor, es que los programas electorales dicen lo que hay
que hacer (en el del PP no, pero tampoco lo esperábamos y en el de C’s saben lo
que hacer pero como no quieren importunar al Ibex, pues na de na) y tienen
personas capaces para hacer los cambios necesarios (sin revoluciones ni traumas, pero sin
pausas y sin cortapisas) pero parecen más interesados en salvar sus personales culos
o hundir el de los demás que en salvar el culo colectivo de nuestra especie.
Yo desde mi humilde huerta sandiera, seguiré reclamando
compromisos ambientales reales, líneas verdes más que de ningún otro color,
porque esas son las únicas que garantizan algo de futuro, lo demás, brindis al
Sol, táctica y mediocridad.