Hace unos años, siendo Director de Amigos de la Tierra
España me preguntaron que porque un grupo ecologista estaba inmerso en las
movilizaciones del “No a la guerra”, mi respuesta entonces y ahora es la misma,
“la mayor preocupación de un ecologista (incluso de un sandía como este que les
escribe) es preservar la vida y no hay nada que agreda más la vida, el medio
ambiente, la sostenibilidad y el sentido común que una guerra”, y añado hoy, “se justifique con lo que se justifique y la haya
motivado lo que la haya motivado”.
Seguro que muchos/as de los que sois asiduos lectores de
este Sandia (muchos a la fuerza, me consta) pensaréis en lo ocurrido el viernes
en Paris (incluso hace 11 años en Madrid) con ese escalofrió que nos recorrió a todos/as, y pensaréis en la necesidad
de actuar, de hacer algo contra el terrorismo.
Yo también creo que hay que hacer
algo, pero no la guerra. La guerra solo tiene un sentido: matar, aniquilar al
enemigo, hacerle el mayor daño posible, donde más le duela y al precio que sea
y con ese planteamiento yo no estoy de acuerdo.
Es cierto que algunos, todos sabéis quienes son, hacen muy difícil pensar con frialdad,
pero es necesario, es imprescindible y además exigible a quienes nos gobiernan o pretenden hacerlo.
Las respuestas patrioteras y orgullosas
de algunos dirigentes estos días, solo alimentan la venganza que no es nada más
ni nada menos que la derrota de las ideas y de los principios. Pero además,
estamos hartos de escuchar y de decir, que a las victimas hay que rendirles
homenaje, pero las victimas no pueden ser las que dicten las formas de actuar y
sin embargo parece que ahora si se justifica.
Las mismas victimas, pues son unas iguales que otras ¿o no?,
son las que huyen de oriente medio y se hacinan en las fronteras de nuestra “cálida”
casa europea, ¿O no son victimas ellas también del terror?. Pero a ellas no las
dejamos que definan nuestras leyes, ¿verdad?.
Pero vuelvo al principio. No a la Guerra. A ninguna y por
ningún motivo. Trabajemos en desenmascarar a los que financian a los desalmados
y por ello son tan desalmados como ellos o más (algunos, muchos, con nombre y
apellidos, nacionalidad de país amigo y casas en Marbella).
Trabajemos para dejar de armar a quienes encuentran en el
mercado negro y gris de las armas todo lo que necesitan para matar (muchas
de cuyas armas se hacen en fábricas de esas que generan puestos de trabajo en
los países que luego serán “victimas” de esas mismas armas).
Trabajemos para hacer un Planeta más justo, más sostenible
ambientalmente (que será por parto más equitativo) y repartamos, no algo, sino lo que sea necesario de esa riqueza
que acumulamos, que acumulan algunos, en occidente y en oriente, en el Norte,
por supuesto, pero también en el Sur para conseguir que nadie tenga necesidad de buscar justicia a través de las armas y trabajemos para comprender y ser
comprendidos, no a quienes matan, sino a quienes encuentran en un mundo injusto
razones para matar y cambiemos esas razones.
Por todo ello claro que hay que hacer cosas, hay que
enfrentarse a la barbarie, pero con palabras y con razones antes que con tanques
y con aviones.
No a cualquier guerra la convoque quien la convoque.