martes, 29 de agosto de 2017

El ecologista incomodo


Ser ecologista, como ser consecuente con lo que se piensa y no pensar como se vive, no es fácil y, sino que se lo digan a Juan Clavero en Cádiz o a los cientos de activistas guatemaltecos, hondureños, nicaragüenses, brasileños, extremeños o madrileños que son asesinados, vilipendiados, amenazados o en el mejor de los casos, ignorados.

Ser ecologista es ser incómodo, va en nuestro ser. 

Ser incómodo para los poderes económicos, políticos, judiciales, para todos aquellos y aquellas que tienen intereses cuyo resultado suele ser siempre, que casualidad, un deterioro del medio ambiente. 

Incomodos para aquellos y aquellas que ponen por delante su interés personal o el de su empresa, negocio o corporación, del interés general, del de todas y todos. Porque no nos engañemos. No conozco a ningún ecologista que denuncie una barrabasada ambiental por interés personal o de su grupo. Que, seguro que los hay, no digo yo que no los haya, solo digo, que esta sandía no los conoce y llevo conociendo ecologistas desde los años 80 del siglo pasado, va ya para más de 30 años.


El caso de Juan Clavero es de risa y si queréis conocer más os pongo un enlace para que profundicéis:  http://cadenaser.com/emisora/2017/08/27/radio_cadiz/1503835387_012337.html


Pero siendo estos casos, como el de Berta Cáceres o el de Chico Mendes, gravísimos por la trascendencia que la pérdida de la vida o la libertad supone, no son ni con mucho los únicos.


Hay otros casos más pequeños, más de andar por casa diría yo, pero que también afectan diariamente a quienes nos empeñamos en defender lo que es de todos y especialmente lo que es del planeta, por encima del interés privado.


Son esos desplantes, esas burlas, esa condescendencia cuando en una reunión, en una asamblea, en un Congreso de un partido político o en una cena de navidad, pides la palabra, expresas una opinión o haces una propuesta y el partenaire de turno te sonríe como si fueras el niño díscolo de turno y dice o piensa aquello de: “bueno si, pero vamos a lo importante” o aquello otro de “ya, ya sabemos lo que tú piensas, pero la realidad es otra “ o aquello aún más humillante de aprobar lo que propones o dejarte decir, con la íntima seguridad de que será papel mojado.


Los ecologistas sufrimos aún hoy, cuando los efectos del Cambio Climático son más que evidentes (excepto para Trump y algún burro/a por el estilo), sufrimos digo, el menosprecio, desdén, postergación e incluso insulto, de una buena parte de la población y sobre todo, de una buena parte de quienes ostentan puestos de responsabilidad política, judicial o policial que nos ven como un enemigo y no como defensores del bien público.


Pero eso no nos amedrenta, seguiremos denunciando lo denunciable, alabando lo alabable (si es que lo hay) pero, sobre todo, seguiremos defendiendo que el mundo es de todas y todos, que no hay propiedad privada ni derecho de pernada que nos impida luchar por un mundo menos malo y más justo para nuestros nietos.


Animo Juan. Seguimos en el camino.

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